Ninfomanía: Silencio y dolor.
Von Trier no es digerible, para nada, pero Nymphomaniac suele caer tan bien como un pescado a la orilla de la playa. Pude usar otra metáfora pero la relación con la pesca es inherente, porque es el recurso que usa el director como comparativa con el impulso sexual, con ese dato estilístico que es el pre apareamiento. Incluso, a aquel -como a mi- que no haya sabido apreciar a la pesca como un deporte estilístico, mucho más que cualquiera, empieza a hacerlo. Al final, Von Trier reafirma aquella teoría social que tenía y sigo manteniendo: todo está relacionado con el sexo, no hay tema que no se le pueda adherir, no hay uno que sea inherente. La magia del director está en eso, en saber hacer con sutileza la simbiosis. El cierre de la trilogía de la depresión, que comenzó con el Anticristo (2009) pasando por Melancolía (2011) logra una fusión de sus dos anteriores, que hace de esta pieza de casi cinco horas algo más procesable por lo menos en cuanto a narración, porque en concepto el d